Top amarillo con bordes verdes, pantalón ancho y zapatillas a juego; brillo en ojos y uñas a tono para completar el ‘look’. Julia Barbosa no dejó ni un detalle al azar al prepararse para alentar a la selección de Brasil en un bar en Sao Paulo.
Como en la vestimenta de esta estudiante de ‘marketing’ de 24 años, el ‘verdeamarelo’ de la bandera de Brasil inundó la moda en las calles y escaparates del país para acompañar a la ‘seleçao’ en el Mundial.
«Voy a usar un modelo diferente para cada partido», dice Barbosa, mientras posa ante la cámara con el conjunto que compró para el primer duelo de Brasil contra Serbia (2-0). Para el siguiente frente a Suiza adelantó que se vestiría de «bikini y short, todo temático».
Y es que la ilusión de lograr el hexacampeonato en este país fanático del futbol suscitó la vuelta del «Brazilcore», que exalta la «esencia brasileña» verdeamarilla, al margen de la política.
Influenciadores y estrellas como la cantante Anitta impulsaron de nuevo el uso de los colores patrios, luego de que fueran utilizados en los últimos cuatro años por el presidente Jair Bolsonaro y sus seguidores como símbolo de su movimiento ultraderechista.
Esa corriente «busca rescatar el orgullo por los colores nacionales, dando un sentido de pertenencia a todos los brasileños, independientemente de consignas político-partidarias», explica Kátia Lamarca, coordinadora del grado de Diseño de Moda en el Instituto Europeo de Design (IED), en Sao Paulo.
Para muchos en este país de 215 millones de habitantes, el Mundial representa una vuelta al uso del verde y amarillo que evitaron durante años para no ser identificados con el bolsonarismo. El presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, también llamó a superar esa etapa.
Lucas Belami, influenciador de 20 años, lo celebra con una camiseta amarilla, con una bandera brillante al frente, levantada para mostrar su abdomen marcado: «Pensé en venir de azul, pero elegí este modelo porque la comunidad LGBT merece volver a usar estos colores con orgullo», dice sonriente en un bar de Sao Paulo.
Con las manos en la cintura, Vivianny Sales, una ingeniera de 31 años, muestra su top de lentejuelas azules ajustado, adquirido antes del primer triunfo de la ‘Canarinha’.
«Quería brillar y que la selección brille también», dice.
CHANCLAS CON EL «10»
En Brasil, «el país del futbol, es importante que la moda esté atenta a los deseos de los consumidores, que durante el Mundial se convierten en hinchas», dice Paula Acioli, investigadora y analista de moda.
La tradicional marca brasileña Havaianas, que expandió mundialmente sus chanclas, aprovechó la ocasión para destacar la «brasilidade» con productos fieles a su estilo desenfadado, como su modelo de sandalia con el «10» estampado sobre bandas verdes y amarillas.
«Las marcas conocen el potencial emocional que existe en un evento de esta magnitud», dice Lamarca. Esos sentimientos, añade, «pueden traducirse en compras y aumentar el lucro».
Por su parte, la firma carioca Farm, del Grupo Soma, lanzó una cápsula que incluye camisetas sin mangas con hombreras, con expresiones típicas como «Caraca» (carajo) o «Pra jogo», que significa estar disponible además de listo para el juego, así como blusas rayadas con «Brasil» inscrito y un ananá gigante en la espalda.
Aunque la moda femenina es la más variada, la oferta incluye modelos masculinos, más allá de la camiseta de la selección nacional, que los brasileños llevan estos días incluso para ir al trabajo.
De hecho, la ‘seleçao’ dio una nota de estilo al desembarcar en Doha, vestida de colores claros, con el sello del reconocido diseñador brasileño Ricardo Almeida: trajes livianos, acordes con el calor de Qatar, camisa de lino con cuello mao y una echarpe de algodón.
En los escaparates y sitios online abundan las propuestas de firmas masculinas, incluso elegantes, como una camiseta polo con los colores de la bandera y detalles bordados.
Almeida estima que la tendencia puede perdurar. «Sobre todo si Brasil», uno de los favoritos, «gana el Mundial», señala.