Una mujer de origen venezolano intentó cruzar la frontera desde Paraguay hacia Argentina con cuatro cráneos humanos en su maleta, pero el escáner ubicado en el Puente Internacional San Ignacio de Loyola, sobre el río Pilcomayo la delató y fue detenida.
Tratando de evadir la acción de la justicia, la venezolana aseguró que los restos tenían como destino Estados Unidos, donde, afirmó, los cráneos iban a ser sometidos a estudios científicos por “estar completos y tener antepasados europeos”, publicó el portal argentino Página 12.
Los argumentos no convencieron a las autoridades. A través de un comunicado, la Aduana estimó que el tráfico de restos humanos «involucra a estudiantes de medicina, análisis científicos, hasta ritos religiosos y coleccionistas». Y que lo acontecido en San Ignacio de Loyola, representa una «flagrante infracción al régimen de equipaje, que contempla los efectos que los viajeros puedan traer para su uso personal o para regalo, siempre que no tengan fines de comercialización y sean admitidos por la vía en cuestión, lo cual no aplica a restos humanos».
De acuerdo a las normas argentinas, la venezolana cometió una infracción a la Ley N° 22415, el Código Aduanero.
Por otro lado, se indicó que para el ingreso de restos humanos a Argentina, se requiere de certificado de defunción, certificación de que la persona no padecía de enfermedades contagiosas -otorgado por la autoridad sanitaria local- y un certificado de la funeraria donde se debe indicar que el cuerpo fue preparado de acuerdo con las regulaciones del transporte internacional, precisó Página 12.
Se agregó que en el mercado negro, los cráneos humanos pueden comercializarse en miles de dólares y son ofertados a través de subastas online.