El triunfo sonó a explosión. El premio realmente llegó como una bomba atómica por el estruendo de la repercusión mundial. Se necesitaron 30 años y tres nominaciones para que Robert Downey Jr. finalmente fuera reconocido con un Oscar. Tampoco es el mismo que había sido nominado en 1993 por Chaplin, porque hoy dejó atrás las adicciones de las drogas y… la fama. Se nota que disfruta la humildad de los grandes, habiendo aceptado el rol secundario de Oppenheimer por debajo de un menos conocido Cillian Murphy.
¿Cambian las expectativas antes y después del Oscar?
Si apareces en un estudio de cine con tu ego, te van a demoler. Y si no llegas preparado para romperte el c*lo trabajando, parado durante 12 horas y media… si no estás listo para algo así, no deberías ocupar este lugar. Con nosotros hay cierta expectativa, que somos profesionales y muy capaces y dedicados en una forma muy difícil de describir. Los actores conocemos muy bien esa forma de pensar “ésta es mi vida, esto es lo que hago”. Y claro que hay momentos en que nos tentamos en quebrar ciertas reglas, algo que yo también viví… Pero a medida que avanzas y te haces más grande, todo se torna mucho más fácil, demostrándole a quienes no confiaban, que estaban equivocados.
¿Cambia en algo haber sido nominado como Mejor Actor Secundario en vez del Mejor Actor Protagónico?
Lo interesante pasa después del rodaje, porque la experiencia te transforma. En este caso, Cillian Murphy era el anfitrión y el resto de nosotros fuimos testigos de ese juego, rellenando con colores los espacios vacíos. Y son momentos que transforman a cualquier actor, te inspira a seguir jugando a ese nivel, sin replicarlo, encontrando la parte dentro de uno que pueda conectarse a un nivel superior de lo normal. Es la razón por la que hacemos también esto. Nos rodeamos de buena gente, gente que tenga las últimas decisiones para que nosotros podamos hacer lo que ni siquiera nosotros esperamos hacer. Es así como logramos hacer algo que parece difícil. Y es un orgullo lograrlo. Y la verdad, ese camino nos cambia, para bien, para devolverlo a otros compañeros, para seguir compartiendo las oportunidades que se presentan.
Sí, Robert Downey Jr. ganó en el Oscar como Mejor Actor Secundario. Pero en esa misma categoría le ganó a otros actores que tampoco suelen ser para nada secundarios, aunque Barbie no opine lo mismo del Ken de Ryan Gosling. Ni hablar de Mark Ruffalo en otro estilo de Ken, al lado de Emma Stone en Pobres criaturas. Pero ahí también figuraba otro grande como Robert De Niro que incluso había ganado su primer Oscar como Mejor Actor Secundario de El Padrino II antes de ganar como Mejor Actor por Toro salvaje. Por su lado, Robert Downey Jr. ya había ganado con Oppenheimer los premios del Critics Choice Award o el Globo de Oro además del Premio de Sindicato de Actores, pero el gustito del Oscar es diferente.
¿Cómo fue aquel primer encuentro con Christopher Nolan?
Cuando fui por primera vez a la oficina que tiene Chris en Universal Studios él ya tenía una foto de Cillian Murphy con el sombrero puesto. Y me mostró una prueba de filme de 70 milímetros que tenía en la pared, contando que quería mostrar la historia en blanco y negro, como se sentía en aquel entonces. Fue como viajar en el tiempo.
¿En algún momento dudaste en aceptar un rol que no fuera el protagónico?
Cuando me encontré con Chris pude leer el guion de principio a fin. Y probablemente fue la primera vez en mi vida que ya estaba seguro que iba a aceptar en las primeras páginas, incluso antes de llegar a mi parte, sin saber que era tan importante al final. Todavía no entiendo cómo es que Chris pensó en mí para algo así. Es una de esas cosas donde hay que tener fe… porque el ofrecimiento era un rol secundario. Y valió la pena.
Oppenheimer tampoco hubiera sido Oppenheimer sin el rol de Robert Downey Jr. como el verdadero Lewis Strauss, porque en la realidad también había sido uno de los miembros originales de la Comisión de Energía Atómica. Y si lo comparáramos con una historia de superhéroes, él sería el peor villano de la verdadera historia de Estados Unidos por el (spoiler alert) de haber traicionado al mismísimo Oppenheimer, al señalarlo como una amenaza al país, en vez de un verdadero héroe nacional, después de haber construido la famosa bomba atómica que puso fin a la Segunda Guerra Mundial. Pero la superproducción de Nolan bien podría llamarse “Strauss”, porque cuenta también el explosivo final político que tanto tiene que ver con el final de Oppenheimer.
¿Se puede comparar el Oscar de Oppenheimer con el éxito de las recaudaciones de Iron Man?
Si yo tengo que definir algo en particular, sería el gran significado histórico en el hecho de hacer una película que se puede ver hoy o dentro de 100 años. Y es por eso que al menos yo sentí la gran presión de hacer bien las cosas, por el hecho de honrar el gran peso de la historia.
¿Y cuál dirías que fue el momento histórico del rodaje?
Mi primera escena… la primera que se ve al almirante Strauss esperando la confirmación del Senado para el puesto en el gobierno como secretario de Comercio.
¿Analizaron en algún momento la idea de no cambiar en nada el acento o la forma de hablar como el verdadero Strauss?
Justamente yo traté de no cambiar la voz, para nada. Chris fue muy específico en decir “menos es más”, porque sabe que el cine es un medio muy sensible donde puede desconcentrar a la gente.
¿Analizaste el nivel histórico de la bomba atómica si quitaras a tu personaje de la verdadera historia de EU?
Probablemente. Lewis Strauss tenía cualidades muy admirables en los años que trabajó tanto para el país, más allá de la tragedia de saber todo lo que pasó con él y Oppenheimer. Pero yo me pregunto qué hubiera pasado si Strauss y Oppenheimer hubieran podido seguir trabajando juntos… Es algo que pensé para analizar mi actuación, pero en cuanto al personaje es obvio que necesitaban que yo fuera el malo de la película.
A nivel personal, ¿crees que el verdadero Lewis Strauss es el peor villano de la película?
Lo más extraño de toda esta historia es ver quién termina del lado incorrecto de la historia. Es un juego muy extraño, pero fue muy entretenido interpretarlo una y otra vez, desde la primera vez que me senté en la sala de maquillaje hasta que lo vi en el cine.