ROMA, Italia./
Desde el sábado, Simon Kjaer se ha convertido en mucho más que un simple capitán encargado de lucir el brazalete para Dinamarca: el defensor se mostró ejemplar con su sangre fría para atender a su compañero y amigo Christian Eriksen cuando éste se desvaneció en pleno partido de la Eurocopa.
«Tiene una tranquilidad imperial, lo pudimos ver con su extraordinaria reacción el sábado. Es una especie Beckenbauer de la actualidad, un hombre con una gran clase». Como todos los que han tenido relación con él, Jean-Michel Vandamme, quien lo fichó para el Lille francés en 2013, confiesa que no le sorprendió la acción del mascarón de proa de unos ‘Vikingos’ que el jueves se enfrentarán a Bélgica.
Cuando Erikssen se derrumbó, justo antes del descanso del partido de la Eurocopa del sábado contra Finlandia, el tiempo se paró en Copenhague.
Pero no para Kjaer, quien, desde varios metros de distancia se precipitó hacia su compañero para colocarlo en una posición lateral que le permitiera despejar sus conductos respiratorios y evitar la asfixia. Una intervención decisiva segundos antes de que llegasen los equipos médicos.
Cuando estos asumieron el control, Kjaer se levantó, dio un paso atrás y no perdió de vista a su compañero inerte. Todo ello mientras organizaba a sus compañeros -algunos de ellos en lágrimas- en un semicírculo compacto para proteger la escena de las miradas y de los objetivos de las cámaras.
«Nadie actuó con la contundencia de Simon Kjaer», sentencia el periódico Politiken, calificando al capitán, exjugador del Sevilla, de «leyenda».
UNANIMIDAD EN MILÁN
Para el rotativo, Kjaer se mostró como una «roca» a la que se aferró Dinamarca cuando Eriksen se hallaba entre la vida y la muerte.
El arquero Kasper Schmeichel, cuya sangre fría también fue aplaudida, rindió homenaje a «una persona y un capitán fantástico». «No me sorprendió que Simon Kjaer tomase la iniciativa. Tiene una gran ética y estoy orgulloso de considerarlo mi amigo», afirmó.
Cuando la pareja de Eriksen, presente en las gradas, saltó al césped, fue de nuevo Kjaer -con Schmeichel- quien la abrazó y la tranquilizó: ellos se conocen, por vivir en la misma ciudad, Milán, con Eriksen defendiendo los colores del Inter y Kjaer los del AC Milán.
El inmenso susto logró estos días aplacar la rivalidad entre los dos clubes lombardos.
El italiano del Inter, Nicolo Barella, fue de los primeros, el sábado, en alabar a Kjaer: «Más allá de los colores, enhorabuena Simon, un capitán y un hombre de verdad».
Giuseppe Marotta, consejero delegado del club nerazzurro, también destacó «la intervención muy importante» del defensor rossonero. Incluso los ultras del Inter desplegaron una pancarta para aplaudir la serenidad de Kjaer.
En el AC Milán, algunos aficionados verían con buenos ojos que Kjaer pasase a portar el brazalete de capitán.
CHICO EJEMPLAR
Una propuesta nada descabellada habida cuenta de su peso en el vestidor de San Siro, pese a que llegó al mismo en enero de 2020: el actual capitán Alessio Romagnoli no es titular, y su segundo, Gianluigi Donnarumma, se va. Aunque hay otros candidatos como el tótem Zlatan Ibrahimovic, el centrocampista Franck Kessié o Davide Calabria.
Pero en todo caso, Kjaer suscita una admiración unánime en Milán, como ya hiciera en Lille (2013-2015).
«Lo primero que recuerdo de él es la persona. Era un chico ejemplar, y un verdadero profesional, de una amabilidad extrema», declara René Girard, su entrenador en el Lille.
Ahora queda por saber cómo podrá Kjaer asumir desde un punto de vista emocional, y sobre el terreno de juego, su notoriedad internacional.
El sábado, reanudó el partido contra Finlandia como sus compañeros, aunque no tardó en ser sustituido. Pero el seleccionador danés Kasper Hjulmand volverá a necesitar el aplomo del capitán contra Romelu Lukaku, compañero de Eriksen en el Inter.