Los separatistas armenios de Nagorno Karabaj anunciaron que deponían las armas y que comenzarán a negociar el jueves la reintegración de este territorio a Azerbaiyán tras una ofensiva relámpago de Bakú que dejó más de 30 muertos. Este anuncio supone una importante victoria para el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, en su ambición de tomar el control de este territorio disputado desde hace décadas entre Azerbaiyán y Armenia, que ya estuvo en el centro de dos guerras, una en los años noventa y otra en 2020.
Esta vez, un asalto militar azerbaiyano de 24 horas bastó para derrotar a los separatistas armenios, acorralados por la potencia de fuego de Bakú y la decisión de Armenia de no acudir en su ayuda. Por el momento, el número de muertos de esta ofensiva asciende al menos 32.
«Se alcanzó un acuerdo sobre la retirada de las unidades y militares restantes de las fuerzas armadas armenias (…) y sobre la disolución y el desarme completo de las formaciones armadas del Ejército de Defensa de Nagorno Karabaj», declaró la presidencia separatista en un comunicado.
Señaló además que las conversaciones sobre la «reintegración» del territorio secesionista a Azerbaiyán se celebrarán el jueves en la ciudad azerbaiyana de Yevlakh, a 295 kilómetros al oeste de Bakú, la capital del país. El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, afirmó que su país «no participó» en la redacción de los términos de la tregua.
Según los separatistas, el acuerdo se alcanzó tras la mediación de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz desplegadas en la región desde el anterior conflicto de hace tres años. El ministerio de Defensa azerbaiyano confirmó, tras el anuncio de los separatistas, la entrada en vigor de una tregua a las 13:00 horas (locales)
«Las unidades militares armenias en el distrito azerbaiyano de Karabaj y los grupos armados ilegales armenios deponen las armas, abandonan sus posiciones y puestos y serán totalmente desarmados», declaró el ministerio, citando los términos del acuerdo.
Según el ministerio, las fuerzas armadas armenias deben abandonar Nagorno Karabaj y las fuerzas separatistas deben disolverse, mientras que «todas las armas y el equipo pesado» deben ser entregados.
Azerbaiyán lanzó una operación militar a gran escala el martes para recuperar esta región, que llevaba más de treinta años fuera de su control tras la proclamación de independencia por parte de los separatistas apoyados por Armenia cuando se disolvió la Unión Soviética. En una conversación telefónica con el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, el presidente azerbaiyano había dicho que su ofensiva terminaría si los separatistas armenios deponían las armas.
Azerbaiyán justificó sus acciones por la muerte de cuatro policías y dos civiles azerbaiyanos en la explosión de minas en un lugar donde se construía un túnel, entre Shusha y Fizuli, dos ciudades de Nagorno Karabaj bajo su control.
Nagorno Karabaj es una de las regiones más minadas de la antigua Unión Soviética cuyas explosiones matan regularmente. Pero los servicios de seguridad azerbaiyanos creen que fue un grupo de «saboteadores» separatistas armenios quienes colocaron estas minas, cometiendo un acto de «terrorismo».
Según el defensor de los derechos humanos en Armenia, los combates dejaron al menos 32 muertos, incluyendo dos niños, y más de 200 heridos. Las autoridades separatistas armenias anunciaron el martes que evacuó a más de 7 mil civiles de 16 localidades, mientras que el contingente de paz ruso evacuó a más de 2 mil civiles de las zonas más peligrosas, según el ministerio ruso de Defensa.
Los separatistas afirmaron que varias ciudades de Nagorno Karabaj, incluida su capital, Stepanakert, fueron blanco de «fuego intensivo», incluyendo infraestructuras civiles. La alcaldía de Stepanakert llamó a sus habitantes a que permanezcan en los refugios y añadió que «proporcionaría más información si fuera necesaria una evacuación».
La reanudación de las hostilidades en este territorio se coló en la Asamblea General de la ONU en Nueva York y levantó la inquietud de la comunidad internacional. El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, llamó «al fin inmediato de los combates». Rusia, garante del alto el fuego pactado en 2020, urgió a «las partes en conflicto a detener inmediatamente el derramamiento de sangre, cesar las hostilidades y evitar las víctimas civiles».
El papa Francisco llamó a «todas las partes implicadas» a que «hagan todo lo posible por encontrar soluciones pacíficas». Armenia denunció una «agresión a gran escala» con fines de «limpieza étnica». También aseguró que no tiene tropas en Nagorno Karabaj, dando a entender que las fuerzas separatistas estaban solas contra el ejército azerbaiyano.