Una caravana de más de 3,000 migrantes, en su mayoría venezolanos, se dispersó ayer sábado en el sur de México luego que autoridades migratorias empezaron a entregarles salvoconductos que les permiten transitar un mes por el país sin ser detenidos.
El colectivo, el octavo en lo que va de 2022, había partido el viernes desde la fronteriza Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala, con dirección al centro de México exigiendo que autoridades del país les faciliten su camino hacia la frontera con Estados Unidos.
La mayoría de la gente se dispersó, se están abriendo, porque ellos querían su permiso y seguir adelante», informó a la AFP Jonathan Ávila, uno de los siete venezolanos que organizaron la movilización.
Según el sudamericano, el Instituto Nacional de Migración (INM) había entregado hasta el momento unos 1.500 permisos, pero existía incertidumbre entre aquellos que aún no contaban con el documento.
Ávila, un sargento primero desertor de la Guardia Nacional venezolana que dejó su país hace cinco años para ir a Colombia, insiste en que el gobierno mexicano habilite «un corredor humanitario para poder seguir adelante».
Ahora viaja rumbo a Estados Unidos junto con su esposa Janeidi Borges, dos niñas de uno y dos años y un bebé de tres meses con discapacidad.
Hay muchas personas que no pueden pagar un coyote (traficante de personas), no pueden alimentar a su familia, como en el caso mío. Hay mujeres embarazadas que están durmiendo en el parque, personas con discapacidad», relató.
Además de venezolanos, en la caravana marcharon también cubanos, nicaragüenses, costarricenses, haitianos y hondureños, agregó.
Tras dispersarse, muchos de ellos permanecen cerca de la aduana fiscal y migratoria Cerro Gordo, a 8 km del municipio de Huixtla, uno de los puntos donde el INM entrega salvoconductos.