El primer ministro Fumio Kishida prometió este lunes, en el aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, que su país no volverá a hacer la guerra, mientras los miembros de su gabinete visitaron un santuario que honra a los muertos del conflicto, lo que enfureció a Corea del Sur y China.
Los lazos de Japón con China ya estaban tensos después de que Pekín realizó ejercicios militares sin precedentes en torno a Taiwán tras la visita a la isla de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, este mes.
Durante los ejercicios, varios misiles cayeron en aguas dentro de la Zona Económica Exclusiva de Japón.
No volveremos a repetir los horrores de la guerra. Seguiré cumpliendo este decidido juramento», dijo Kishida en una reunión laica en Tokio, a la que también asistió el emperador Naruhito.
En un mundo en el que los conflictos siguen sin disminuir, Japón es un líder proactivo en la paz», afirmó.
El aniversario de la rendición también se celebra de manera tradicional con visitas al santuario de Yasukuni, en Tokio, que es considerado por Corea del Sur y China como un símbolo del pasado militarista nipón.
Visita incómoda
Yasukuni rinde homenaje a 14 líderes japoneses condenados como criminales de guerra, que se encuentran entre los 2.5 millones de muertos de guerra que se conmemoran allí.
Las visitas de los líderes japoneses al santuario enfurecen a los vecinos que sufrieron a manos de Japón antes y durante la Segunda Guerra Mundial.
Kishida, del ala más moderada del conservador Partido Liberal Democrático (PLD), se enfrentó a un difícil acto de equilibrio, con la esperanza de evitar irritar a los vecinos y mantener contentos a los miembros más derechistas del partido, especialmente tras el asesinato del exprimer ministro Shinzo Abe el mes pasado.
Kishida envió una ofrenda al santuario sin visitarlo, según informó la agencia de noticias Kyodo, como hizo durante los últimos festivales en el santuario.