El presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo que aunque su partido derrotó a Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales del mes pasado, la ideología de extrema derecha sigue muy viva en el país.
«Derrotamos a Bolsonaro. (Pero) el bolsonarismo sigue vivo y tenemos que derrotarlo (…) No queremos persecución (…) violencia. Queremos un país que viva en paz», dijo Lula durante un encuentro en el Instituto Universitario de Lisboa con la comunidad brasileña.
El próximo mandatario aseguró que «nunca» vio a la izquierda «practicar el 10% de la violencia que la extrema derecha está practicando en Brasil» y apeló a «derrotar» el bolsonarismo «sin usar contra ellos los métodos que usaron» contra la izquierda.
«No peleen con quien miente (…) Las personas democráticas de este mundo no pueden pelearse con alguien que no tiene argumentos», zanjó.
Lula destacó su compromiso de apostar por la educación en Brasil, en un acto en el que estuvieron presentes muchos niños. También sostuvo que millones de brasileños pasan hambre, culpando a los gobernantes por no garantizar el acceso a la alimentación, una situación que no debería ocurrir en el «tercer mayor productor de alimentos del mundo».
«Dicen que Lula está gastando dinero con la educación. No estoy gastando dinero, lo estoy invirtiendo», defendió Lula, que consideró que es la mejor manera de garantizar la igualdad de oportunidades. «Vamos a recuperar este país».
Lula puso fin este sábado a su visita de dos días a Lisboa, el primer viaje bilateral que decidió realizar tras ser elegido presidente y después de su paso por la Cumbre del Clima COP27 realizada en Egipto. El encuentro con la comunidad brasileña fue organizado por el núcleo del PT en Portugal y contó con la presencia de varias decenas de brasileños ataviados con camisetas, banderas y pancartas en apoyo a Lula, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad.
Lula fue recibido por el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y por el primer ministro, António Costa, durante una visita el viernes que en suelo luso es vista como símbolo de la recuperación de las estrechas relaciones entre ambos países, tras el distanciamiento sufrido durante el gobierno de Jair Bolsonaro.
«Es nuestro país hermano, nuestra madre patria. No podemos perder una relación con este cariño», dijo Lula en una rueda de prensa junto a Costa.