CIUDAD DE MÉXICO.
Mundos donde la fantasía y el amor ayudan a soportar el miedo, donde los números muestran el comportamiento humano, donde se narra cómo los pájaros adquirieron sus colores y se puede ver al travieso pelirrojo Vincent Van Gogh meterse en problemas; donde niños extraordinarios enfrentan situaciones adversas con esperanza e ingenio, se descubre a animales y plantas que sorprenden o, incluso, se vale aburrirse, “porque eso también es parte de la vida”.
Las historias que entregan los libros de literatura infantil y juvenil se convirtieron en 2020 en verdaderos antídotos contra la tristeza, la soledad y la incertidumbre motivadas por la pandemia. Aunque tuvieron poca difusión por el confinamiento, estos ejemplares pueden leerse este año que hoy comienza y rescatar así sus mensajes de esperanza, que no pierden vigencia y se necesitan más que nunca.
«Los cuentos pueden cautivar a los niños si los hacen coprotagonistas de aquello que se dice. No se trata de escribir para ellos, sino por ellos. Cuando ya son mayores, ellos van descubriendo solos esos mundos”, afirma en entrevista el poeta y ensayista argentino Santiago Kovadloff.
El autor de cinco títulos de literatura infantil explica que “el lenguaje les debe estar dirigido como quien comparte una experiencia de intimidad, de forma que ellos puedan reconocerse en la trama”.
Quien escribió El tobillo abandonado, Agustina y cada cosa y La vida es siempre más o menos dice que tiene la impresión de que “los niños siguen siendo, generación tras generación, sumamente propensos, dispuestos a escuchar la verosimilitud. Es muy importante el registro tonal de la lectura, porque es ese tono el que infunde la verdad que el niño necesita escuchar para creer lo que se les está contando”.
Esta experiencia ha sido bien retomada por Francisco Montaña y Ricardo Peláez, escritor e ilustrador de La muda (Ediciones Castillo), el relato de dos niños que sobrellevan una infancia difícil, en un barrio pobre, con una abuela autoritaria, hasta que encuentran a una gallina, que deciden cuidar a escondidas, lo que da un sentido diferente a sus vidas.
Este sello publicó también Cada segundo, de Bruno Gibert, un álbum de estadísticas que explica que en este lapso mueren dos personas, pero nacen cuatro; que 117 kilos de cacao se transforman en deliciosos chocolates y se disfrutan 412 litros de helado. “Sin embargo, también cada segundo se talan 40 árboles y sólo vuelven a plantarse 32; y las personas en todo el mundo compran 40 teléfonos inteligentes, ¡pero sólo 14 libros!”.
Alfaguara Infantil lanzó el ebook El color de los pájaros, de Amalia Malí Guzmán, cuento inspirado en la leyenda indígena de la cultura Calchaquí, que cuenta cómo es que adquirieron las aves sus colores y su viaje para ver a Inti, el dios Sol. Y De nidos, estrellas y girasoles. El niño Vincent Van Gogh, de Mario Iván Martínez, que narra cómo el futuro gran pintor pasó las tardes de su infancia buscando nidos y mirando las estrellas.
Por su parte, El largo, largo libro de los cerditos (FCE), de Yun, ofrece un recorrido visual por la forma de animales y plantas y sorprende al mostrar cómo un cerdito se convierte en una vaca, ésta se transforma en un conejo y éste transmuta en varias serpientes.
Y Los niños extraordinarios (SM), de Javier Malpica, ilustrado por Luis San Vicente, evoca a pequeños especiales con poderes mágicos que les permite escapar del peligro y salvar a otros.
Finalmente, Joselo Rangel, en La niña aburrida (Planeta), con ilustraciones de Nori Kobayashi, presenta a una pequeña que, cansada de jugar sola, busca compañía en su reflejo frente al espejo, pero tampoco es divertido.
El libro parte de la idea de que aburrirse está bien. Creemos que el aburrimiento es algo malo, pero los sentimientos están ahí por algo. Aburrirte también es parte de vivir. La historia te hace reflexionar sobre la importancia de quererse a uno mismo y de valorarnos como somos”, explica el autor.
Queda la invitación para adentrarse en estos y otros universos.
SIN PERDER VIGENCIA
El lenguaje de los libros infantiles y juveniles invita a compartir una experiencia de intimidad.
Los cuentos pueden cautivar al lector si provocan que quien los lee se sienta coprotagonista de la historia.
Los lectores, niños o adultos, necesitan de la verosimilitud en los relatos para creer lo que les están contando.