Las lunas de planetas que no orbitan estrellas y flotan libremente en el espacio pueden albergar suficiente agua para hacer posible la vida y mantenerla, según especialistas. ¿Es posible vida en otros planetas? ¿Es sólo una teoría? ¿Cuánto tiempo se necesita para saberlo? Te contamos lo que sabemos sobre esta investigación.
En cooperación con colegas de la Universidad de Concepción en Chile, los físicos de LMU (Ludwig-Maximilians-Universität München) Bárbara Ercolano y Tommaso Grassi han utilizado métodos matemáticos para modelar la atmósfera y la fase gaseosa química de una hipotética luna en órbita alrededor de un planeta flotante, que no está asociado con una estrella.
Los FFP (Free-Floating Planets) son de interés principalmente porque la evidencia indica que hay muchos por ahí. Las estimaciones conservadoras sugieren que nuestra propia galaxia alberga al menos tantos planetas huérfanos del tamaño de Júpiter como estrellas, y la Vía Láctea en sí alberga más de 100 mil millones de estrellas.
Descrito en el International Journal of Astrobiology, Ercolano y Grassi utilizaron un modelo informático para simular la estructura térmica de la atmósfera de una exoluna del mismo tamaño que la Tierra en órbita alrededor de un FFP. Sus resultados sugieren que la cantidad de agua presente en la superficie de la luna sería aproximadamente 10.000 veces menor que el volumen total de los océanos de nuestro planeta, pero 100 veces mayor que la que se encuentra en la atmósfera de la Tierra. Esto sería suficiente para permitir que la vida evolucione y prospere.
El modelo del que se derivó esta estimación consiste en una luna del tamaño de la Tierra y un FFP del tamaño de Júpiter. Se espera que dicho sistema, que no tiene un compañero estelar cercano, sea oscuro y frío. A diferencia de nuestro sistema solar, no existe una estrella central que pueda servir como fuente confiable de energía para impulsar reacciones químicas.
Rayos cósmicos
Más bien, en el modelo de los investigadores, los rayos cósmicos proporcionan el impulso químico necesario para convertir el hidrógeno molecular y el dióxido de carbono en agua y otros productos, informa la LMU en un comunicado.
Para mantener el sistema agitado, los autores invocan las fuerzas de marea ejercidas por el planeta en su luna como fuente de calor, y suponiendo que el dióxido de carbono representa el 90% de la atmósfera de la luna, el efecto invernadero resultante retendría efectivamente una gran parte. del calor generado en la luna. Juntas, estas fuentes de energía serían suficientes para mantener el agua en estado líquido.