Al menos 16 personas murieron y 24 resultaron heridas, en su mayoría jóvenes, en un atentado el miércoles contra una madrasa —escuela islámica— en la ciudad de Aybak, en el norte de Afganistán.
«Todos son niños y gente corriente», dijo bajo condición de anonimato un médico del hospital de esta ciudad, capital de la provincia de Samangan, a unos 300 kilómetros al norte de Kabul. Un funcionario provincial confirmó la explosión, pero no pudo dar cifras de víctimas ni información sobre las circunstancias.
«Nuestros investigadores y fuerzas de seguridad están trabajando rápidamente para identificar a los autores de este crimen imperdonable y castigarlos por sus acciones», tuiteó el vocero del ministerio del Interior, Abdul Nafay Takor.
Fotos y vídeos publicados en las redes sociales, que no pudieron ser autentificados de inmediato, muestran a combatientes talibanes cerca de cadáveres esparcidos por el suelo de un edificio, con marcas de sangre. También se ve una sala con alfombras de oración, vidrios rotos y otros desechos.
El regreso de los talibanes al poder en agosto de 2021 puso fin a dos décadas de guerra en Afganistán y supuso una importante reducción de la violencia. Sin embargo, se han producido decenas de atentados contra civiles, la mayoría reivindicados por la rama local del grupo Estado Islámico (ISIS-K).
Amenaza para el régimen talibán
Los talibanes afirman tener el control de la seguridad en el país y suelen negar o restar importancia a los incidentes denunciados en las redes sociales. Sin embargo, los analistas consideran que los yihadistas del Estado Islámico —un grupo sunita, como los talibanes pero con el que mantiene una profunda enemistad y diferencias ideológicas— sigue siendo la principal amenaza para su régimen.
El 5 de octubre, al menos cuatro personas murieron en Kabul en una explosión en una mezquita del Ministerio del Interior. Unos días antes, el 30 de septiembre, un atentado suicida en un centro de formación de Kabul para preparar los exámenes universitarios mató a 54 personas, entre ellas al menos 51 jóvenes, según la ONU. El atentado tuvo lugar en un barrio poblado por la minoría chiíta hazara.
Nadie reivindicó la autoría del ataque pero el gobierno afgano acusó a ISIS-K. A mediados de octubre, las fuerzas de seguridad afganas anunciaron haber matado a seis miembros del Estado Islámico, acusados de participar en ese atentado y en el ataque a una mezquita de Kabul.
El 23 de septiembre, al menos siete personas murieron en un atentado con coche bomba cerca de esta mezquita de la capital, frecuentada por altos cargos y combatientes talibanes.