En una visita relámpago a Hungría, el papa Francisco lanzó un llamado este domingo para que la gente sea más «abierta» a los demás, durante la misa de clausura de un congreso religioso internacional y tras haberse reunido en Hungría con el líder soberanista Viktor Orban.
Le pedí al papa Francisco que no deje perecer a los cristianos húngaros», publicó el primer ministro, Viktor Orban, en su cuenta de Facebook, donde difundió una foto suya con el líder de mil 300 millones de católicos.
Orban, que se presenta como un baluarte contra la «invasión musulmana» en Europa, le regaló al Papa la copia de una carta de 1250 de un rey húngaro, enviada al papa de aquel entonces y en la que le pedía la ayuda de Occidente contra los guerreros tártaros que amenazaban la Hungría cristiana.
El sumo pontífice apareció sonriendo en unas imágenes retransmitidas por la cadena de televisión oficial del Vaticano, que aludió a un encuentro «cordial» de 40 minutos. Orban, de su lado, parecía más reservado.
El presidente Janos Ader, situado frente al Papa en una gran sala del Museo de Bellas Artes, y dos altos funcionarios de la Curia romana también estaban presentes.
Entre los temas tratados, se encontraba «la protección del medio ambiente y la familia», según un comunicado del Vaticano.
Pero ¿habrá abordado el Papa, que tiene fama de hablar sin tapujos, temas como la acogida de los migrantes o la tolerancia del colectivo LGTB+, cuestiones en las que discrepa con Orban?
La reunión se mantuvo a puerta cerrada y no se divulgó el contenido de la discusión, pero Francisco, de 84 años, parecía responder indirectamente a su anfitrión durante la misa de clausura del Congreso Eucarístico Internacional, la verdadera razón de su visita.
‘Arraigados y respetuosos’
El sentimiento religioso es la savia de esta nación, tan unida a sus raíces», declaró ante la multitud.
Pero «la cruz […] exhorta a mantener firmes las raíces, pero sin encerrarse; a recurrir a las fuentes, abriéndose a los sedientos de nuestro tiempo», dijo el Papa.
Mi deseo es que sean así: fundamentados y abiertos, arraigados y respetuosos», insistió.
Jorge Bergoglio, cuyos antepasados, italianos, migraron a Argentina, no ha dejado de recordar a la vieja Europa su pasado, construido por oleadas de recién llegados.
Aunque nunca ha aludido directamente a ningún político en particular, sí que ha criticado abiertamente «el soberanismo» que, según él, dedica a los extranjeros unos discursos parecidos a los de Hitler.
Francisco ha pedido incesantemente a los gobiernos que acojan a refugiados que huyan de la miseria, sea cual sea su religión.
Un reclamo incesante que se ha topado con la incomprensión, incluso, de parte de los fieles católicos.
Un compromiso que le valió ser tratado de «imbécil» por parte de medios afines a Orban. Algunos de esto medios también destacaron que la visita del papa argentino a Hungría solo sería de siete horas, mientras que en la vecina Eslovaquia tiene previsto pasar tres días, para realizar una verdadera visita de Estado.
‘Mecha del antisemitismo’
Lejos de las polémicas, grupos de peregrinos de todo el país afluyeron a la inmensa plaza de los Héroes, donde el sumo pontífice presidió la misa.
No estamos aquí por la política, sino para ver y escuchar al papa, el jefe de la Iglesia. Estamos impacientes por verle, ¡es maravilloso que esté en Budapest!», declaró Eva Mandoki, de 82 años, que vive a un centenar de kilómetros de la capital.
No se habría perdido esta visita por nada del mundo, como tampoco faltó, en 1986, a la de Juan Pablo II -la última efectuada por un papa a ese país-.
Unas 100 mi personas asistieron al acto, entre ellas Vikor Orban, que tiene orígenes calvinistas. Su esposa, en cambio, es católica.
La ceremonia pudo ser seguida, además, por unas grandes pantallas.
En la capital húngara, el Papa también se reunió con obispos y con representantes de varias confesiones cristianas y de la comunidad judía, la más importante de Europa central, con unos 100 mil miembros.
Francisco advirtió de «la amenaza del antisemitismo que todavía serpentea en Europa y en otros lugares» y afirmó que se trata de «una mecha que hay que apagar».
La mejor forma de desactivarla es trabajar en positivo juntos, es promover la fraternidad», añadió el papa, firme defensor del viaje interreligioso.
El 34º viaje internacional del papa Francisco, de 84 años, se produce unos dos meses después de que fuera operado del colon, una intervención que requirió anestesia general y diez días de convalecencia en el hospital.
Lo siento si hablé sentado. No tengo 15 años», bromeó.