¿Salah Abdeslam merecía la cadena perpetua incondicional? Esta pregunta surgió este jueves en Francia, un día después de que el único miembro con vida de los comandos que atentaron en París en noviembre de 2015 recibiera la pena máxima.
La víspera, los cinco magistrados de un tribunal de París condenaron al francés de 32 años a esa pena como «coautor», al considerar que «todos los objetivos constituían una única escena del crimen», tras 10 meses de juicio.
Sin embargo, sus abogados, que ya habían llamado a evitar una condena simbólica por el peor ataque en París desde la Segunda Guerra Mundial, criticaron que se le equiparara finalmente con el yihadista que ordenó atentar.
No me parece justo que Salah Abdeslam reciba la misma pena que Oussama Atar, que fue condenado exactamente en los mismos términos», lamentó en la radio France Inter uno de sus abogados, Martin Vettes.
A Atar y otros cuatro miembros del grupo Estado Islámico (EI), organización que reivindico el ataque, se les impuso la cadena perpetua incondicional. A diferencia de Abdeslam, se cree que estos murieron en Siria.
Los atentados dejaron 130 muertos en una noche de horror en el Stade de France, al norte de París, en terrazas de bares de la capital y en la sala de espectáculos Bataclan, durante el concierto de Eagles of Death Metal.
Durante el juicio, la defensa de Abdeslam se esforzó en subrayar que su cliente renunció finalmente a atentar con un cinturón de explosivos y que la cadena perpetua sería una «pena de muerte social».
No soy un asesino y si me condenan por asesinatos, cometerían una injusticia», dijo el lunes en su último turno de palabra, antes de reiterar sus «disculpas» a los supervivientes y a los familiares de las víctimas.
Salah Abdeslam reconoció haber acompañado hasta las puertas del Stade de France a los atacantes suicidas, pero en cambio no estuvo ni en las terrazas, donde se hizo estallar su hermano Brahim, ni en el Bataclan.
- Matar por «sustitución» –
Cuando Salah Adeslam lleva, por ejemplo, tres bombas humanas al Stade de France (…) no mata a nadie directamente», sino por «sustitución», aseguró este jueves en la radio France Info el fiscal antiterrorista, Jean-François Ricard.
La Fiscalía Nacional Antiterrorista (PNAT) había pedido la máxima pena contra Abdeslam, detenido el 18 de marzo de 2016 en Bruselas tras meses huido, por la «gravedad» de los hechos, una «sanción justa», a juicio de Ricard.
Jurídicamente veo complicado proponer condenar a una persona que sabemos que no estaba en el Bataclan, como si hubiera estado. Por eso, hay cuestiones que se plantean», dijo en France Inter Olivia Ronen, otra abogada de Abdeslam.
En su veredicto, los magistrados subrayaron que el cinturón de explosivos del único miembro con vida de los comandos era «defectuoso», cuestionando así «seriamente» sus declaraciones sobre un eventual «desistimiento».
Más allá de la pena en sí, surgen preguntas sobre el papel de la justicia.
Castigar, sí, pero ¿qué esperanza puede aportar la justicia a un acusado?», dijo en France Inter Claire Josserand-Schmidt, abogada de 37 partes civiles.
El crimen es odioso, evidentemente, [Abdeslam] es plenamente responsable. Él no negó su responsabilidad (…) Tenía que ser castigado duramente, eso es una certeza», matizó no obstante la letrada.
La justicia impuso a los 20 acusados –seis de ellos juzgados en rebeldía– penas que van desde los dos años de prisión a la cadena perpetua incondicional. La defensa y el ministerio público tienen 10 días para recurrir.
La cadena perpetua «real» se aplica en pocos casos y ofrece una ínfima posibilidad de liberación. Desde su instauración en 1994, solo se había aplicado cuatro veces para condenados por matar a niños, tras violarlos o torturarlos.