El 54% del contenido creativo que se consume en formato digital en México proviene de portales ilícitos o se da mediante el envío de PDF no autorizados, de acuerdo con cifras recientes del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), advierte Quetzalli de la Concha, presidenta del Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor (CeMPro).
Además, en entrevista con Excélsior, lamenta la ausencia de voluntad por parte de desarrolladores de plataformas de comunicación, como Whats-App e Instagram, para detener el tráfico de materiales apócrifos y piratas, así como los riesgos que enfrenta el contenido creativo ante la Inteligencia Artificial (IA), como el “plagio inteligente” y la “intervención dolosa” de PDF.
“El problema de la piratería sigue creciendo, pero enfrentamos la irresponsabilidad de los buscadores, prestadores de servicios en línea y plataformas de comunicación como WhatsApp o Instagram, que se han convertido en puntos álgidos para intercambiar PDF y contenidos creativos no autorizados, por lo que atropellan la forma de vida de los creadores mexicanos”, explica De la Concha.
Dichos intercambios, asegura, son indiscriminados y no considera que autoras y autores viven de la venta de libros o contenidos en formato digital o impreso, “pero cuando se alza la voz o realizamos quejas, la respuesta de las plataformas es que no tienen desarrollada una herramienta para controlarlo, lo cual es lamentable”.
Otro tema que preocupa a CeMPro es la certeza de lo que se lee en PDF, ya que hace un par de meses se compartieron en redes y WhatsApp dos libros con intervenciones dolosas en su contenido.
“Lamentablemente, muchas personas leyeron un contenido que estaba manipulado en descrédito del autor”, dice.
¿Se ha formalizado la petición a dichas plataformas?, se le pregunta a De la Concha. “Es algo que hacemos cada semana. Telegram sí ha respondido a la solicitud y Facebook suele bloquear los contenidos, pero WhatsApp e Instagram, aunque forman parte del mismo grupo META, no han respondido.
“Además, cuando les solicitamos participar en encuentros para platicar al respecto, no se presentan o dicen que nada pueden hacer”, apunta.
SIN DERECHOS DE AUTOR
La titular de CeMPro también aborda el tema de la Inteligencia Artificial.
“Será una de nuestras líneas en la FIL Guadalajara 2023, donde tendremos una mesa al respecto, pero, de momento, puedo decirte que la IA también se está volviendo un escudo a la responsabilidad y que nos preocupan dos temas: el plagio y la generación de noticias falsas”.
Con la IA pareciera que no existe una persona que quede obligada por sus actos, “pero se debe recordar que la IA no es espontánea, sino que necesita aprender y, por tanto, requiere de contenidos para hacerlo, los cuales no obtiene lícitamente.
“Significa que los desarrolladores de programas de IA simplemente los sueltan para recabar información en internet, bajo una absoluta irresponsabilidad, ya que se nutren ilícitamente de contenidos que están protegidos”, apunta.
Preocupa, por ejemplo, que la IA se alimente de ilustraciones, ejercicios pictóricos y textos de forma indiscriminada, expone, “ejerciendo una especie de plagio inteligente, donde se difuminan las líneas de las obras involucradas para generar ‘un producto nuevo’.
“Y esto preocupa porque hay plataformas que ofrecen servicios de iconografías generadas por IA y que no pagan derechos a ilustradores, fotógrafos y pintores en cuyos trabajos están basados los resultados que arroja; y algo similar ocurre con los textos”, indica.
De la Concha señala que la Revista Mexicana de Sociología de la UNAM hizo un foro sobre plagio e IA, donde se mostró, por ejemplo, cómo realiza collages de forma indiscriminada, sin citar, para generar “nuevos contenidos”.
Ante lo cual, considera que los desarrolladores deberían trabajar de la mano de los titulares de derechos, aunque por ahora se mantienen atentos a las regulaciones que pronto impulsará la Unión Europea.
Por último, cuestiona que el acceso libre (en PDF) a libros genere más lectores. “Se dice que si no hubiera derechos de autor y no se vendieran los libros, todo estaría increíble y seríamos eruditos; la realidad es que muchos libros están en internet y no vemos eruditos generados por esa práctica”.
Preservar la diversidad de contenido
La titular de CeMPro también habla de los libros de bajo costo, como la colección Vientos del Pueblo, del Fondo de Cultura Económica (FCE).
“Hay una cuestión que no se puede dejar de lado: las editoriales, excepto el FCE, no tienen presupuesto público, así que todas publican según sus posibilidades. Qué bueno que el FCE puede hacer este tipo de producciones, pero no es el caso de los demás; y qué bueno que así sucede, porque si todas recibieran fondos públicos, probablemente no existiría la bibliodiversidad”.
Finalmente, cuestiona el posicionamiento de quienes insisten en, una vez recuperado el costo del libro, luego de varias reimpresiones, su acceso debería ser abierto o a muy bajo costo.
“Después de recuperar la inversión de un libro, el autor no deja de comer. Además, toda reedición y reimpresión es un trabajo que implica a la cadena del libro, porque se tiene que volver a imprimir, a distribuir, a circular y, en algunos casos, actualizar, como los libros educativos y de divulgación… sin olvidar el costo del papel.
“Lo que sí sucede es que, una vez recuperada la inversión inicial, el precio disminuye y se ubica en formatos más accesibles (de bolsillo)”, explica.