El cineasta Zack Obid tiembla literalmente de emoción: acaba de encontrar una obra de arte en miniatura en una de las inusuales búsquedas del tesoro que un artista estadounidense organiza cada semana en su querido barrio de Greenpoint, en el distrito neoyorquino de Brooklyn.
Steve Wasterval estima que en los últimos tres años ha pintado y escondido unos 80 paisajes diminutos de Greenpoint, un barrio con una gran comunidad polaca que en los últimos años se ha tornado crecientemente ‘hipster’, atrayendo a artistas y personas con trabajos creativos.
«Realmente quería regalar mi arte, colgarlo en las paredes, en las calles», dijo a la AFP Wasterval, de 40 años, en su estudio de Greenpoint, en una antigua fábrica de lápices Faber Castell que ocupa toda la manzana.
«¿Pero cómo clavarlos a las paredes? Y la gente los sacaría enseguida (…) Recuerdo que pensé que deberían ser pinturas diminutas, para poder esconderlas y que la gente las halle», contó.
- «Un pequeño trofeo» –
En general cada fin de semana, sin hora determinada, Wasterval publica en su cuenta Instagram una foto de un minúsculo paisaje frente al sitio que inspiró la obra, siempre en Greenpoint.
En apenas un par de minutos, aparecen una docena de personas que comienzan a buscar la obra por todos lados: atrás de un muro, en una escalera de incendios…
A veces el artista está cerca, a veces no. Si se lo piden, ayuda a los «cazadores» con pistas que envía por mensajes directos en la red social.
No vende sus pequeños paisajes impresionistas de unos 5×3,8cm que finaliza en aproximadamente una hora, y asegura que nunca lo hará.
«Cada semana hay gente que me envía mensajes diciendo que quiere encargar uno, o comprar uno. No, nunca, nunca. No puedes comprarlos y no puedes encargarlos, tienes que encontrarlos. Son como un pequeño trofeo que la gente se jacta de tener», explica.
Wasterval quiere retratar su barrio en plena transformación, relacionarse con sus vecinos y divertirse. Y por supuesto, divulgar su arte, el pequeño y el grande, que solo se diferencia del primero en su tamaño, y en su valor.
Sus obras «grandes» más populares, en general de unos 60×90 cm o 75×100 cm, están a la venta por 2.000 y 3.000 dólares respectivamente.
«La idea es hacer esto para siempre. Quiero que siga siendo lo que es (…) Es algo de marketing, pero es divertido porque no se siente así».
- Divertido y comunitario –
Esta vez, Wasterval ha escogido pintar la esquina de la popular pizzería del barrio Paulie Gee. En el parque con juegos infantiles que está enfrente, entre niños que corren jugando a la escondida, ha ocultado su pequeña pintura bajo un macetero.
En un par de minutos llega Zack Obid, un cineasta especializado en documentales de 27 años que vive a una cuadra de allí. Busca como loco por todos lados, mientras comienzan a llegar otras personas, algunas en bicicleta. Cada pocos segundos varios se detienen a chequear en sus teléfonos si hay nuevas pistas del artista.
Cuando halla la pintura, Obid grita y ríe y tiembla de emoción. Es la quinta que encuentra en los últimos tres años, y está extasiado.
«¡Esto es fantástico!», exclama el cineasta, que recientemente compró una obra grande del artista.
«Esto es algo divertido, comunitario, una manera divertida de recorrer el barrio (…) Para mucha gente es una manera de poseer una verdadera obra de arte original, y además, que retrate nuestro hogar», Greenpoint, explica.
Lisa Llanes, una diseñadora gráfica de 38 años, llegó tarde esta vez. Es la ganadora reciente de dos cacerías.
«He vivido en Greenpoint casi ocho años ya, y esto es algo emocionante para el barrio. También está bueno que Steve sea un artista local y que estas pinturitas sean tan adorables», dice.
Wasterval espera algún día hacer una exposición con todos los «minis», como él los llama, prestados por los ganadores de las cacerías.
Y planifica ampliar el proyecto al resto de la ciudad.
«La gente me pide que vaya a diferentes barrios», contó. «Voy a extender el radio lentamente», anticipó.