Las largas filas para comprar comida y combustible durante la aguda crisis económica el año pasado en Sri Lanka dieron paso a colas para tramitar un pasaporte y huir de este país en quiebra.
«Lo que consideramos como la normalidad es un espejismo», dijo Gayan Jayewardena, un ejecutivo del sector de servicios al cliente, de 43 años, en una fila para obtener un pasaporte para su hija de un año. «La situación no mejora», afirmó la mujer, en que sus otras dos hijas ya tienen documentos para salir del país. «Si lo pensamos desde el punto de vista de nuestros hijos, es mejor irse. Queremos emigrar a un país como Nueva Zelanda», contó.
Este país insular del sudeste asiático, de 22 millones de habitantes, sufrió escasez de bienes básicos en 2022, después de que el gobierno se quedara sin divisas para financiar las importaciones, incluyendo las de medicamentos. La desesperación generó protestas que provocaron en julio la caída del presidente Gotabaya Rajapaksa.
Su sucesor, Ranil Wickremesinghe, duplicó los impuestos y cortó subsidios, dos medidas muy impopulares, pero que permitieron que el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobara un plan de crédito por 2 mil 900 millones de dólares en marzo. La entidad con sede en Washington espera una recuperación económica en 2024, pero muchos habitantes de Sri Lanka son menos optimistas. El nuevo gobierno logró restablecer el suministro de bienes básicos, pero con precios a veces tres veces más altos.
El ingeniero informático Maduranga, un hombre de 38 años que sólo acepta dar su nombre, contó que el alto costo de la vida y los impuestos lo llevaron a considerar emigrar a Australia.
«El costo va subiendo, cada día sube más pero los salarios siguen igual», sintetizó. «Las empresas no están subiendo los sueldos y por eso estamos intentando irnos».
En la Oficina de Empleo en el Extranjero, donde los esrilanqueses deben registrarse antes de aceptar un trabajo fuera del país, la cifra de inscritos subió de 122 mil en 2021 a un récord de 311 mil el año pasado. En los primeros cinco meses de 2023, esta agencia registró que cerca de 122 mil personas se fueron, la misma cantidad que en todo 2021. Pero las autoridades estiman que muchos más dejaron el país con visas de turistas para buscar empleo en Medio Oriente y en otras partes de Asia.
El año pasado, 911 mil 689 personas solicitaron un pasaporte frente las 382 mil 500 peticiones registradas en 2021. Esta tendencia se mantiene. Este año, hasta el mes de mayo, se emitieron 433 mil documentos de viaje, según el Departamento de Inmigración y Emigración.
La población de Sri Lanka migra desde hace décadas y tanto trabajadores cualificados como personas sin formación buscan oportunidades fuera, especialmente en los países del Golfo. Pero el impacto de la actual fuga de cerebros comienza a sentirse. El sector de la construcción, uno de los motores de la contratación, está perdiendo a trabajadores cualificados y a profesionales a un ritmo alarmante.
«Hay una migración a gran escalada» en ese sector, afirmó Nissanka Wijeratne, secretario general de la Cámara de la Industria de la Construcción. Lalantha Perera, un profesional del sector de los seguros, de 43 años, contó que su sueldo no le alcanza para mantener a su mujer y sus dos hijos.
«Después de la campaña de protestas del año pasado tuvimos un poco de alivio», relató. «Pero eso no basta y estoy planeando irme a un país europeo».
El centro de estudios Advocata Institute indicó que los empleados de clase media buscan trabajo en el extranjero para escapar de la pobreza. El director del Advocata Institute, Dhananath Fernando, señaló que «los más pobres han tenido que reducir sus comidas». Y «la clase media, los que pueden permitírselo, están intentando emigrar», afirmó.