Jorge Miguel Ramírez Pérez
En los estertores de su desesperación los grupos anarquistas y comunistas quieren vender caro su derrota mundial. Cada vez, sus patrocinadores son menos y les exigen más acciones desquiciadas. De hecho, aunque el malestar urbano va a seguir en muchas partes del mundo, han sido derrotadas las bandas de vándalos profesionales en Rusia, en Alemania e Italia, y pronto lo serán en este continente, aunque no será fácil que desaparezcan sus tropelías como la gente pacífica quisiera.
En México el pretexto del «racismo» a lo ocurrido a Floyd George, que ni les va ni les viene, fue el toque de ataque. Como todos los imitadores extemporáneos, fueron azuzados por mentes aturdidas, a quienes se les ocurre inventar la sonsera de BOA; esas fueron las respuesta para amedrentar las protestas por el mal gobierno: usaron actos de terrorismo, para atacar edificios públicos y templos, asesorados por venezolanos y cubanos que parte de ellos, llegaron embozados dizque como enfermeros contra la pandemia.
Hay que recordar que estos milicianos, llegaron al aeropuerto como lo que son: soldados de otra nación, la castrista, marchando castrensemente. Son mercenarios a sueldo.
Sus amos los usan con doble propósito: vandalizar a México y cobrar en dólares, porque a los miserables les dan migajas. Los que aparentan que son médicos, pobrecitos, están hambrientos, se acaban la comida de los médicos mexicanos y de los enfermos. Los esquilman sus jefes, porque mandan los dólares a los dictadores de la isla, igual como les quitan los dólares y euros, a las jineteras los de ese gobierno proxeneta.
Pero el comunismo siempre ha sido así.
A Lenin lo patrocinó el káiser Guillermo II de Alemania, para que tomara el poder y deshiciera la primera triple Etente que la Rusia del zar, tenía con Francia e Inglaterra en la 1a Guerra mundial. El 9 de abril de 1917 salió Lenin de Suiza con un tren sellado con militares alemanes, y dinero para propaganda: dos millones de marcos y 32 incondicionales entre ellos mujeres y niños, la mitad era judíos. Lenin les cumplió a los enemigos de su Patria, se salió de la guerra, lo que le costó a Alemania el equivalente a 582 millones de euros más.
Pero el asunto lo armó un banquero judío Israel Lazarevich Gelfand, que fue el que reclutó a Rosa Luxemburgo, a Kautsky, al propio Lenin y al multiasesino Leon Trosky; éste era judío de conveniencia. En New York cuando era la ciudad que tenía más de un millón de judíos en el mundo, se hizo publicar en el New York Times y en el Tribune, que era un escritor judío de pura cepa; pero en su vida, jamás entró a una sinagoga, no hablaba yidish y depreciaba al pueblo de sus padres, fue el jefe del ejército Rojo que le dejaron organizado la legión Checa, a los que quiso masacrar. Todos los comunistas fueron tipos maliciosos y falsos, engañadores.
El comunismo triunfó matando a la gente del zar, luego al zar a su familia, a los nobles, siguieron los ricos y después asesinaban a todo mundo y entre ellos, se acabaron en purgas sangrientas sin fin.
Y luego fracasó rotundamente, el sistema que: «iba a transformar al hombre», duró de 1917 a 1989, solo 72 años, en Europa Central 20 años menos. Unas verdaderas pesadillas. Y nadie, quiere regresar a ese sistema que carecía de las mínimas libertades Un sistema agobiador de imposiciones, cuyos únicos logros fueron las vacunaciones y lograr alfabetizar (en las estadísticas) a la mayoría de la población, que fue envenenada y obligada a leer el punto de vista ateo de la vida, sin esperanza.
Tan no sirve el sistema, que China de los peores comunismos, es capitalista salvaje. Imagínese que, para no morirse de hambre dejaron todo el rollo comunista de la economía y solo conservaron el látigo permanente de la dictadura.
De 1981 hasta 2016 los Bush y los Clinton fabricaron un sistema siempre capitalista, pero alentando el bienestar de los antisistémicos: anarquistas, abortistas y los o las, de la perturbación de género.
Otro judío renegado George Soros les sirvió, como puente para patrocinar las ONG´s de ese desastre. Solo que perdieron, y no perdieron con Donald Trump nada más, perdieron con la historia, esos rollos contestatarios del nihilismo, solo se le pudieron ocurrir a una mujer desquiciada como la tía Hilaria o a su íntima Uma Abedin. Imagínese que patrocinaron el Estado Islámico que fue arrasado ya el año pasado.
Y todavía hay unos desubicados que creen que los demócratas va a ganar y «todo será como antes», la respuesta es: ¡No!; y aunque perdiera Trump, la transición geopolítica está en movimiento y como todas las cosas nuevas, hay violencias, porque se resisten los que son la carne de cañón, los que viven de los «apoyos sociales»; pero como el dinero es finito, como decía el austríaco Hayeck, y la izquierda está fuera del presupuesto mundial de la agitación, los del grupo de Río se desesperan porque se les acaba la fiesta.