La peluquera jubilada Nguyen Thi Kim Quy transita por las bulliciosas calles de Hanói con un colorido tuktuk cargado con 13 perros callejeros con indumentarias navideñas para concienciar contra el consumo de carne canina en Vietnam. Las estimaciones indican que cinco millones de perros se consumen anualmente en este país, donde su carne se considera una delicia a pesar de los esfuerzos de las autoridades para acabar con esta costumbre.
Quy, de 71 años, dedica su jubilación y gran parte de su pensión mensual a rescatar perros callejeros para que no terminen en las mesas de sus compatriotas o apaleados.
«Sería horrible si fueran mandados al matadero. No podría soportarlo», dice. «Comer carne de perro o de gato, para mí, es un crimen».
La anciana constata que la cultura cambia lentamente y que cada vez más vietnamitas adoptan perros como mascotas.
«La gente de Hanói se ha vuelto más amigable hacia las mascotas, rechazando el hábito de considerar la carne de perro una delicia», explica.
Quy se levanta temprano para sacar a pasear los perros y a veces sigue recorriendo las calles para encontrar animales abandonados hasta que cae la noche.
También tiñe el pelaje de algunos o los viste con disfraces de Papá Noel o de reno cuando las temperaturas caen en los meses de invierno. Su tuktuk canino se ha convertido en una atracción popular en las calles de Hanói, con muchos transeúntes parándose para tomarse fotos junto a la peluquera y sus peludos acompañantes.
«Tienen sonrisas radiantes y a veces dan regalos a los perros (…) Les encantan estos perros», dice Quy. «Para mí, un perro es como un amigo, un amigo de verdad», insiste. «Si pudiera, cuidaría a todos los perros abandonados y abusados».