La nueva líder del Partido Conservador británico, Liz Truss, recibió este martes el encargo de formar gobierno como jefa de la mayoría parlamentaria durante una audiencia con la reina Isabel II, quien poco antes había recibido la dimisión formal de Boris Johnson.
Responsables de la Casa Real difundieron una fotografía de la monarca y Truss estrechando manos en el Castillo de Balmoral, la residencia de verano de la reina en Escocia, unos 800 km al norte de Londres.
Ahora deberá guiar a un Reino Unido sumido en una grave crisis por la carestía de la vida.
Truss se convertirá en la tercera primera ministra del país, después de las también conservadoras Margaret Thatcher (1979-1990) y Theresa May (2016-2019).
Grandes desafíos
En un sondeo realizado por YouGov a fines de agosto, 52% de encuestados consideró que Truss sería un «mala» o «pésima» primera ministra. El 43% afirmó que no confía en ella «para nada» a la hora de responder al problema del creciente encarecimiento de la vida.
Truss parece despertar también desconfianza entre los exsocios europeos del Reino Unido, tras haber adoptado una postura de choque con la Unión Europea sobre las condiciones posbrexit en Irlanda del Norte.
El Reino Unido registra una inflación de 10%, que podría llegar a 14% a finales de año, alimentada por la disparada en los precios de la energía. Una inflación que durante el verano dio lugar a numerosas huelgas y promete un otoño marcado por las protestas.
La factura energética de los hogares subirá 80% a partir de octubre, y millones de familias afrontan un doloroso dilema entre comer y calentar sus casas este invierno.
Reiterando sus compromisos de campaña, Truss prometió el lunes presentar «un plan audaz para reducir los impuestos y hacer crecer la economía» británica, que se encuentra al borde de la recesión.
Según varios medios británicos, también está contemplando una congelación de los precios de la energía.
