La sugerencia del ministro ruso de Relaciones Exteriores de que Adolf Hitler tenía sangre judía es apenas la más reciente versión de una teoría conspirativa que explota un vacío en la genealogía del dictador.
Los comentarios de Serguéi Lavrov el fin de semana, que generaron una disputa diplomática con Israel, reviven los rumores sobre la identidad del abuelo paterno de Hitler.
El padre de Hitler, Alois, fue un hijo ilegítimo cuyo padre era desconocido, explicó a AFP el historiador austriaco Roman Sandgruber.
Sandgruber, quien el año pasado publicó la primera biografía de Alois Hitler, explicó que los rumores comenzaron a circular en los años de 1920, cuando Adolfo Hitler comenzó su ascenso al poder.
La teoría fue impulsada por sus rivales políticos cuando el líder nazi tomó control de Alemania en 1933.
Después de la Segunda Guerra Mundial, las memorias del criminal de guerra nazi Hans Frank, quien gobernó Polonia ocupada durante la guerra, revivieron las versiones.
En sus memorias, publicadas después de su ejecución en 1946 por crímenes de guerra, Frank dijo que investigó en secreto los ancestros de Hitler a solicitud del propio líder nazi, quien dijo que estaba siendo chantajeado por un sobrino.
Frank dice haber descubierto que, en ese momento, la abuela de Hitler, Maria Anna Schicklgruber, trabajaba como cocinera de una familia judía de apellido Frankenberger, en la ciudad austriaca de Graz.
Su empleador le pagó el sustento de su hijo Alois hasta que alcanzó la edad de 14 años, según Frank, quien aclaró que, de acuerdo con Hitler, su abuela y su futuro esposo dejaron que el judío pensara que era el padre del niño para sacarle dinero.
Pero los historiadores se mantienen escépticos.
No hay evidencia sólida par respaldar la versión de Frank, según Sandgruber. Un problema es que en ese tiempo, los judíos no tenían derecho de vivir en Graz, agregó.
¿Entonces quién era el abuelo de Hitler?
Esta es una pregunta sin respuesta», escribió el historiador Ofer Aderet en el diario israelí Haaretz.
Señaló que algunos citaban la versión del origen judío de Hitler para justificar su derrota en la guerra, otros dicen que la vergüenza de ese pasado lo llevó a perseguir a los judíos.
La conclusión es que no hay pruebas históricas de nada de esto», según Aderet.
El ministro israelí de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, condenó el lunes las declaraciones de Lavrov, señalando que son «imperdonables e indignantes».
Israel convocó al embajador ruso para que explique lo dicho por Lavrov.