Los franceses votaban este domingo para elegir presidente, con el mandatario saliente, el centrista Emmanuel Macron, y la ultraderechista Marine Le Pen como favoritos de una ajustada primera vuelta tras una atípica campaña.
El lanzamiento de la ofensiva rusa en Ucrania el 24 de febrero ocultó la campaña electoral, pero el efecto sobre los precios de la energía la devolvió al primer plano en la recta final, sobre todo por la inquietud sobre el poder adquisitivo, la principal preocupación de los franceses.
Es importante votar porque estamos en un contexto especialmente difícil (…), escoger la mejor opción posible, la persona que dirigirá nuestro país durante cinco años», comentó Mamadou Alpha Diallo, un funcionario de 35 años, tras votar en Saint-Denis, al norte de París.
La elección, que fijará el rumbo de Francia hasta 2027, se seguirá de cerca también a nivel internacional, máxime cuando los últimos sondeos del viernes dan el pase al balotaje del 24 de abril a Macron y a Le Pen.
La candidata ultraderechista tiene además opciones de ganar.
El inicio de la guerra impulsó al candidato de La República en Marcha (LREM) que jugó la baza de la mediación entre Kiev y Moscú y de la estabilidad de un presidente europeista que atravesó varias crisis: protestas sociales, pandemia y ahora los efectos de la ofensiva rusa en Ucrania.
Su rival de la Agrupación Nacional (RN) apostó por presentarse como la defensora del poder adquisitivo y de las clases populares, frente a un Macron «presidente de los ricos», pero su programa internacional hace temer cambios en las alianzas internacionales de Francia si es elegida.
Le Pen propone entre otros abandonar el comando integrado de la OTAN, el órgano de la Alianza Atlántica que fija la estrategia militar. Su elección podría asestar además un nuevo revés a la Unión Europea (UE), tras la reelección del primer ministro húngaro, Viktor Orban.
De los diez candidatos restantes, el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que aboga por salir de la OTAN y una Francia «no alineada», es el único con opciones de impedir que alguno de los dos consiga su boleto para la segunda vuelta, reforzado por su imagen de «voto útil» de una izquierda atomizada.
Dudas sobre la participación
Los resultados se conocerán a partir de las 20H00 (18H00 GMT) cuando cierren los últimos colegios. Además del resultado, otro de los interrogantes es conocer cuántos de los 48,7 millones de electores acudieron a las urnas.
La participación en la primera vuelta era al mediodía del 25.48%, tres puntos menos que en 2017 y cuatro puntos más que en 2002, año con el récord de abstención en una presidencial, según cifras del ministerio del Interior.
El año 2002 es el ejemplo de las sorpresas en una primera vuelta. Entonces, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, se calificó contra todo pronóstico para el balotaje junto al conservador Jacques Chirac, que acabó logrando su reelección.
Marine Le Pen, de 53 años, y Emmanuel Macron, de 44 años, ya se disputaron las llaves del Elíseo en 2017 que consiguió el centrista con dos tercios de los votos; pero aunque el escenario parezca repetirse cinco años después, el país no es el mismo.
El coronavirus irrumpió en Francia a principios de 2020, confinó a millones de personas y dejó atrás una primera mitad de mandato de Macron marcada por las protestas sociales.
La guerra en Ucrania apareció cuando los franceses empezaban a respirar.
El candidato centrista reconoció «errores» durante su primer mandato, sobre todo por sus polémicas frases que lo hicieron aparecer como arrogante, y reafirmó su ímpetu reformista liberal, resucitando su impopular propuesta de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años.
Con las medidas tradicionales de la extrema derecha en el programa, como reservar las ayudas sociales a los franceses, Marine Le Pen suavizó su discurso para intentar capitalizar el descontento social con Macron. Su rival de extrema derecha Éric Zemmour la ayudó a aparecer como menos radical.
«Frente republicano»
A medida que la heredera del Frente Nacional progresaba en los sondeos, el mandatario, que entró tarde en campaña, alertó en la recta final contra el «peligro extremista». Los expertos dudan si el cordón sanitario en torno a la extrema derecha funcionará como en 2017 y 2022.
Para el director de la Fundación Jean-Jaurès, Gilles Finchelstein, el tradicional «frente republicano» de partidos no bastará para aislar a Le Pen en la segunda vuelta, ya que, aunque este sistema no ha desaparecido, está desgastado.
Los candidatos socialista Anne Hidalgo, ecologista Yannick Jadot y comunista Fabien Roussel ya dijeron que llamarán a votar contra la extrema derecha si Le Pen pasa al balotaje.
Valérie Pécresse del partido Los Republicanos (LR) no dará en cambio consigna de voto.
En Francia, la atención también estará puesta en el alcance de la esperada debacle de los partidos tradicionales: la derecha de los expresidentes Chirac (1995-2007) y Nicolas Sarkozy (2007-2012) y los socialistas de François Hollande (2012-2017) y François Mitterrand (1981-1995).