Después de varios minutos navegando, Jason ajusta sus binoculares y hace una señal. «Allá está», dice. Camuflada con el fango y las piedras, emerge la cabeza de Osama, uno de los 2,000 cocodrilos americanos que habitan en el río Tárcoles de Costa Rica.
Dice el guía Jason Vargas que bautizaron a este cocodrilo como Osama en alusión al desaparecido líder del Al Qaeda, porque siempre es difícil de encontrar cuando sale la expedición de turistas a navegar.
Reconocemos a algunos de ellos por los territorios donde suelen estar, por eso les tenemos nombres divertidos como Brad Pitt, Angelina Jolie, George Bush, Fidel Castro, Osama Bin Laden, Donald Trump, Selena Gomez y otros», dice Vargas, de 43 años, y a quien llaman El hombre cocodrilo.
El avistamiento de cocodrilos en la desembocadura del río Tárcoles, en el Pacífico, es uno de los mayores atractivos turísticos del cantón de Garabito, una ciudad del oeste de Costa Rica.
Los turistas pueden subirse a una lancha y recorrer parte de los 118 km de este río rodeado de manglares donde descansan aves migratorias y guacamayas.
Algunos cocodrilos macho como Osama Bin Laden, que podría tener unos 80 años y seis metros de largo, defienden su territorio, incluso con peleas que les cuestan parte de su cuerpo. Osama perdió un ojo en una lidia.
Con respeto
Río arriba, va en busca del «Capitán Garfio», llamado así porque perdió un brazo peleando por su espacio. Esta vez no se deja ver. Sin embargo aparece brevemente «Fidel».
Tal vez acostumbrado al paso de visitantes, Osama se aproxima con cautela a la lancha. Jason interactúa con él, con una cautela similar o mayor.
Se asegura que el animal tenga algo de alimento en la boca, como un pescado, por ejemplo, para recién poder tocarlo con menor riesgo.
Un poco antes también se aproximó «Mónica», una cocodrilo de 15 años y metro y medio de largo. Normalmente se alimentan de peces de mar que entran con la marea alta, y de río. Aunque no ha faltado un criador de ganado de la zona que ya reclamó porque se le perdió una vaca.
No hay que confiarse. Hay que tener respeto y poner todo en manos de Dios para que nada te pase todos los días», comenta Jason, quien lleva un collar con tres dientes de cocodrilo que recuperó del río. Tiene 20 años haciendo este trabajo.
El turismo es uno de los motores económicos del país, un paraíso para los amantes de la playa, naturaleza y ecología. El covid-19 golpeó duramente el sector, que trata de recuperarse.
Según el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), en 2021 ingresaron poco más de 1.3 millones de turistas, una recuperación respecto de 2020 pero aún lejos de los más de 3 millones que llegaron en 2019.
Es mi primera vez viendo cocodrilos, fue sorprendente, no esperé estar tan cerca de ellos», dice Yohann Snell, un sudafricano de 37 años que viajó a Costa Rica junto con su familia.
Quienes no toman el tour suelen detenerse en los puentes cercanos para apreciar cómo los cocodrilos salen a veces en grupo a tomar sol, reposando sobre el fango de las orillas. Después de un tiempo se sumergen y se pierden, cubiertos por la corriente.