La crisis migratoria entre la Unión Europea y Bielorrusia tiene como telón de fondo importantes tensiones geopolíticas y ha dejado atrapadas a las puertas de Polonia, en el lado bielorruso de la frontera, a miles de personas.
La crisis se instala
Desde hace varios meses, miles de migrantes, la mayoría de Oriente Medio, sobre todo del Kurdistán iraquí, han llegado a Bielorrusia para intentar cruzar a Polonia, Lituania o Letonia, miembros de la Unión Europea (UE).
Los europeos acusan a Bielorrusia de orquestar la crisis en represalia por las sanciones impuestas al gobierno de Minsk tras la violenta represión de las manifestaciones opositoras en 2020.
Escaldada por la crisis migratoria de 2015 y deseosa de no generar un «efecto llamada», la UE aportó su apoyo a los países vecinos de Bielorrusia, que han cerrado sus fronteras y rechazado a los migrantes que intentaron atravesarlas.
Al menos 11 migrantes han muerto desde el inicio de la crisis, según ONGs.
El martes, en medio de temperaturas glaciales, Polonia utilizó cañones de agua y gases lacrimógenos para hacer retroceder a una muchedumbre de migrantes.
El ministro polaco de Defensa, Mariusz Blaszczak, advirtió de que la crisis migratoria con Bielorrusia «podría durar meses, incluso años».
Polonia estima que hay entre 3 mil y 4 mil migrantes a lo largo de la frontera, muchos de ellos en zonas boscosas y en condiciones humanitarias muy difíciles.
Bielorrusia abrió el martes un primer centro de acogida para alojarlos y darles de comer y unas 1.000 personas se refugiaron en él.
Quién dice qué
Para la UE, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko es el instigador de la crisis. Quiere que los europeos vuelvan a dirigirle la palabra, cuando la UE aún no ha reconocido su controvertida reelección de 2020, y es tratado como paria por su represión a la sociedad civil.
El interesado en todo caso se congratuló por haber hablado dos veces esta semana con la canciller Angela Merkel, dando a entender que se preparan conversaciones directas entre la UE y Bielorrusia.
La interpretación alemana es diferente. Se trata simplemente de un proceso para dar ayuda humanitaria y «opciones de repatriación» a los migrantes en cooperación con la ONU y la UE.
Para Polonia, la crisis debe permitir reforzar los vínculos con los demás socios europeos, que reprochan al gobierno polaco no respetar principios de la UE como la independencia de la justicia o la primacía del derecho comunitario.
Polonia se mantiene firme en la defensa de su frontera y se coloca en primera línea de una Europa que teme la repetición de masivos flujos migratorios.
Rusia, por su lado, desempeña el rol de «mediador en las conversaciones», y se presenta como actor razonable, tras felicitarse del «contacto directo» establecido entre la UE y Bielorrusia.
Pero Moscú ve también con satisfacción cómo su aliado bielorruso se afirma en medio de esta crisis. Moscú apoyó al régimen de Alexander Lukashenko ante las presiones occidentales.
Migrantes, los grandes perdedores
A su vez, los migrantes han gastado miles de dólares para abandonar sus países y tratar de ingresar en la UE a través de Bielorrusia.
Pero las fronteras orientales de la UE son impermeables, ya que países bálticos y Polonia están dispuestos a cerrarles el paso. Varsovia prevé incluso construir un muro y ya ha desplegado a miles de militares en la zona.
Con el invierno, las condiciones van a ser cada vez más difíciles, con la llegada del hielo y la nieve.
Actualmente, las opciones parecen limitadas para los migrantes: permanecer en Bielorrusia para intentar pasar a la UE en condiciones peligrosas, o retornar a sus países
Entre 200 y 300 iraquíes parecen haber optado por esta opción, y prevén volar este jueves de regreso a Irak, desde Bielorrusia.