Sri Lanka publicó una serie de medidas para proteger a los elefantes domésticos, que van desde la prohibición de subirse a ellos cuando se ha bebido alcohol, hasta permitirles que se bañen y reciban atención médica.
Además de los elefantes que se utilizan para trabajos como cargar troncos o transportar turistas, hay muchos otros que son propiedad de los ricos de Sri Lanka, incluidos los monjes que muestran su riqueza de esta manera.
Pero las quejas por maltrato y crueldad con estos animales son comunes. De ahí que se establecieron nuevas medidas para su protección y bienestar, que incluyen la obligación de permitir que los elefantes se bañen al menos dos horas y media al día y que sean llevados al veterinario dos veces al año.
Aquellos que se utilizan para trabajos pesados solo podrán hacerlo cuatro horas al día, y aquellos que trasportan a los turistas no podrán llevar a más de cuatro a la vez y deberán equiparse con una silla de montar bien acolchada.
También está prohibido hacer trabajar a los bebés, incluso en los desfiles tradicionales, y separarlos de sus madres.
Los elefantes ahora sólo podrán aparecer en películas filmadas para propósitos del gobierno y bajo estricto control veterinario.
Finalmente, los guías turísticos no podrán beber ni consumir drogas cuando trabajan con estos animales.
En caso de que se infrinjan estas reglas, se prevé la confiscación del animal y hasta tres años de prisión.
Sri Lanka tiene alrededor de 200 elefantes domésticos y 7.500 que viven en la naturaleza. La captura de elefantes salvajes está prohibida, pero los procesos judiciales son raros.
Los defensores de los derechos de los animales estiman que en los últimos 15 años, más de cuarenta elefantes bebés han sido robados en los parques nacionales para ser domesticados.