FALLS CHURCH, Virginia./
Una reforma electoral que echó raíz en dos estados iconoclastas, Maine y Alaska, está tomando fuerza en todo Estados Unidos.
Se trata del “voto por orden de preferencias”, un concepto que se viene discutiendo desde hace décadas y que ahora es promovido en otros estados tras una exitosa experiencia en Alaska.
Ya hay propuestas concretas en Wisconsin. Una nueva ley de Virginia permite a ciudades y pueblos usar esa modalidad a partir de este año. La legislatura de Utah acaba de aprobar una legislación similar, que sólo espera la firma del gobernador. Y en Nueva York se está usando este método por primera vez para elegir al sucesor del alcalde Bill de Blasio, quien ya no puede volver a postularse por ley.
La modalidad podría recibir fuerte impulso si una legislación sobre el derecho al voto aprobada en la Cámara de Representantes sobrevive al escrutinio del Senado, donde tropieza con la oposición de los republicanos.
El representante demócrata Don Beyer lleva cinco años promoviendo la modalidad. Dice que uno de los principales obstáculos es la falta de información.
Básicamente, en lugar de votar por un candidato, el votante selecciona a todos los aspirantes a un cargo público, ordenándolos según su preferencia. Si un candidato obtiene la mitad más uno de los primeros lugares, gana la elección. De lo contrario, se elimina al que terminó último y los votos que recibió se asignan al segundo de esa papeleta. El proceso se repite hasta que alguien saca la mitad más uno.
El electorado de Maine aprobó esta modalidad en las contiendas por cargos federales en un referendo realizado en 2016. Fue usado en una elección presidencial por primera vez en el 2020.
En el actual sistema, los votantes se muestran reticentes a votar por un tercer candidato, que no sea del Partido Republicano o del Demócrata, porque piensan que es un voto perdido. En el sistema de voto por orden de preferencia, si su primera selección termina última, su voto irá a la segunda
La principal oposición a este sistema viene de los dos partidos tradicionales, según Jeremy Mayer, profesor de ciencias políticas de la Universidad George Mason, que estudió el tema.
«Los debilita como fuentes de poder’’, expresó.
Al menos en Virginia, sin embargo, los republicanos parecen a favor de usar esa idea en las primarias del partido. Dirigentes republicanos discuten desde hace meses cómo seleccionar al candidato a la gobernación y se insiste mucho en el sistema del voto por orden de preferencia.
Mayer dijo que las reformas promueven la civilidad porque los candidatos no van a querer alienar a votantes que los pueden ubicar como segunda opción.
También se oponen al concepto sectores, que pueden manipular las primarias de los partidos, de acuerdo con Katherine Gehl, fundadora del Instituto para la Innovación Política. Esa organización postula reformas parecidas a las adoptadas en Alaska, aunque recomienda un sistema con cinco finalistas, no cuatro.
El principal beneficio del voto por orden de preferencia no es necesariamente un cambio en el ganador de la elección, sino la libertad que da a los vencedores para actuar más allá de sus intereses políticos inmediatos, según Gehl.
Rob Richie, presidente y CEO de FairVote, que lleva 30 años promoviendo el voto por orden de preferencia, dijo que los avances tecnológicos eliminan algunos de los obstáculos que había en el pasado. “La logística es más fácil”, manifestó.