CIUDAD DE MÉXICO.
El sol evolucionará a medida que envejece, aumentando a un tamaño que envolverá las órbitas de Mercurio, Venus y la Tierra, y perdiendo casi la mitad de su masa, lo que daría como resultado el fin del Sistema Solar.
Esta evolución está proyectada para dentro de, aproximadamente, siete mil años y también afectará a algunos planetas exteriores, pues la atracción gravitacional de la masa del Sol es lo que gobierna las órbitas de los planetas. Cuando pierda peso nuestro sol provocará que los planetas exteriores se alejen aún más, debilitando su anclaje a nuestro sistema solar.
Jon Zink, científico de la Universidad de California, en Los Ángeles, hizo simulaciones numéricas y exploró lo que sucedería con los planetas exteriores una vez que el sol consuma los planeta interiores, pierda la mitad de su masa y comience su nueva vida como una enana blanca.
Zink y sus colaboradores mostraron cómo los planetas gigantes migrarán hacia fuera como respuesta a la pérdida de masa del sol. Formarán una configuración estable en la que Júpiter y Saturno se asientan en una resonancia de movimiento medio de 5:2. De esta manera, Júpiter orbitará cinco veces por cada dos órbitas de Saturno.
Nuestro sistema solar no existe de forma aislada, ya que hay otras estrellas en la galaxia, y una pasa cerca de la Tierra aproximadamente cada 20 millones de años.
Asimismo, en sus estudios descubrieron que dentro de unos 30 mil millones de años los sobrevuelos estelares habrán perturbado nuestros planetas exteriores lo suficiente como para que la configuración estable se vuelva caótica, lanzando rápidamente a la mayoría de planetas gigantes fuera del sistema solar.
El último planeta en pie se quedará por más tiempo, pero dentro de cien mil millones de años también será desestabilizado por sobrevuelos estelares y expulsado del sistema solar.
Una vez desalojados, los planetas gigantes deambularán de manera independiente por la galaxia.