8 espectaculares casas de artistas

CIUDAD DE MÉXICO.

La colección de residencias que incluye LIFE MEETS ART reúne las de pintores, arquitectos, diseñadores, músicos, escritores, fotógrafos, actores y diseñadores de moda, desde el siglo XV hasta nuestros días. Es este uno de esos libros que justifican –y exigen– una edición impresa, con fotografías de gran formato, encuadernado en papel lujoso con el orgullo que proporciona ser responsable de un trabajo de campo y documentación asombrosos.

Son espacios íntimos, desde chozas a mansiones, cuyos interiores ayudan a descubrir historias ocultas de grandes creadores: con quién vivieron y aprendieron los artistas, sus triunfos y tragedias, sus habilidades, inspiraciones y anhelos, sus fracasos, dudas internas y turbulencias. Pero también revelan cómo los artistas dan forma a sus espacios y cómo, a su vez, son moldeados por ellos.

Algunos de estos espacios pueden ser visitados por el público, son museos o admiten visitas previa cita. Otros, sin embargo, son parte de casas privadas cuyos propietarios han permitido al extraordinario equipo de fotógrafos que participan en esta obra única reflejar los lugares en que luminarias de la gran cultura de los últimos cinco siglos crearon sus mejores obras, donde sufrieron sus mayores alegrías y decepciones y donde, al fin, muchos acabaron su vida.

Visitando estas casas con el interés y el asombro de quien admira a quienes fueron sus ilustres moradores, se tiene la impagable sensación de ser un privilegiado invitado que puede recorrer estancias, curiosear librerías, descubrir secretos o pasajes que conducen a dormitorios o despachos, en un viaje por la historia del arte, la arquitectura, la decoración y el genio.

JEAN COCTEAU

Situada en un acantilado sobre la bahía de Villefranche, en las afueras de Niza, Villa Santo Sospir es la encarnación perfecta de la asombrosa variedad de talentos del escritor, poeta, dramaturgo, pintor y muralista francés. La villa mediterránea de azulejos rojos perteneció a la mecenas de las artes parisina Françine Weisweiller, quien en 1950 invitó a Jean Cocteau (1889-1963) y a su hijo adoptivo a pasar una semana de vacaciones. Pronto la casa, que se convirtió en un escenario habitual de sus vidas (su otro refugio era la casa de Cocteau en Milly-la-Forêt, en las afueras de París), se conoció como la ‘casa tatuada’, debido al trabajo creativo de Cocteau en su interior. Las aguas cristalinas del paraje y los afloramientos rocosos le recordaron a Cocteau el Egeo, y así (con el permiso de Weisweiller) comenzó dibujando a Apolo en una pared sobre la chimenea, primero con carbón y luego con témpera pigmentada. Pronto, las paredes y los techos de la casa se adornaron con representaciones divertidas, a menudo eróticas, de Dionisio, Narciso, Diana o Acteón. Después comenzó a pintar pantallas de lámparas, estanterías y mesas, e incluso diseñó tapices de pared para cubrir superficies descubiertas.

EDITH WHARTON

Considerada una de las escritoras más importantes de Estados Unidos, Edith Wharton (1862-1937) rompió con las limitaciones sexistas y jerárquicas de la sociedad de su tiempo con novelas seminales como La edad de la inocencia, Ethan Frome y La casa de la alegría. Pero también escribió libros sobre arquitectura, jardines, diseño de interiores y viajes, incluida La decoración de casas, en 1897, con el arquitecto Ogden Codman Jr. En 1901, ambos diseñaron The Mount en la cima de una colina, en Lenox, Massachusetts. Wharton escribió gran parte de lo mejor de su obra aquí, mientras su matrimonio se desintegraba. Los Wharton vendieron The Mount en 1911, y se divorciaron en 1913, cuando Edith se mudó definitivamente a Francia. Pero la casa es un testimonio vivo de su talento y fortaleza. Influida por diseños franceses, italianos e ingleses, Wharton se centró en la moderación clásica, el orden, la escala y la armonía. La casa de estuco blanco, con contraventanas verde oscuro, está definida por grupos verticales de frontones y chimeneas. Los libros de la biblioteca incluyen obras de todas las épocas de la vida de Wharton, que también imaginó, con Beatrix Farrand la casa.

OTTO WAGNER

Arquitecto de la Secesión vienesa, Otto Wagner (1841-1918), contribuyó a propagar el movimiento de la arquitectura moderna en Europa con diseños en los que la decoración simplificada, pero aún solemnemente elegante, seguía las exigencias de estructura, material y función. “El único punto de partida posible para nuestra creación artística es la vida moderna”, declaró en 1895. En 1888, Wagner construyó una villa para su familia en Hütteldorf, un suburbio de Viena situado en la cima de una colina, en el nuevo Jugendstil (un estilo decorativo alemán paralelo al Art Nouveau), que fusionó su formación clásica con un creciente interés por la abstracción y el funcionalismo. En el interior, la villa se distribuye en salones elevados y coloridos, de los que el más exquisito es el salón Adolph Böhm, reconstruido en 1900 y llamado así por el diseñador de sus ventanas de cristal Tiffany con flores de colores brillantes. Wagner adornó la sala, el mayor espacio Art Nouveau de Viena, con muebles de inspiración griega y decoración con pan de oro. En 1912 Wagner vendió la propiedad y construyó Villa II, una casa vecina que incorpora abstracciones que afirman su evolución moderna. La villa original es ahora el Museo Ernst Fuchs, el artista realista que fue su inquilino final.

JAVIER SENOSIAIN

Sí de Ciudad de México han surgido algunos de los arquitectos más famosos del mundo, casi nadie fuera de la ciudad ha oído hablar del diseñador surrealista Javier Senosiain (n. 1948). Maestro de la construcción de forma libre, de inspiración biológica, ha creado estructuras curvas que se asemejan a serpientes, hongos, protozoarios y conchas marinas. “La línea recta está prácticamente ausente en la Naturaleza: todo, desde los microorganismos hasta las galaxias, se desplaza en espirales”, dijo. En 1984 Senosiain creó su propia casa, la Casa Orgánica, en una ladera al oeste de Ciudad de México, en Naucalpan de Juárez. La casa, cubierta de césped, arbustos, árboles y flores, se asemeja a una duna verde. El interior está tallado en concreto liso y curvo recubierto de polvo de mármol dorado, parecido al interior de una cueva sedosa, con claraboyas de plástico, ventanas de ojo de buey y túneles sinuosos. En la sala de estar, que se abre al terreno circundante a través de un vidrio en forma de ameba, se incorpora un banco curvo, cuyo color y textura combinan con las demás superficies. Ese espacio se funde con la cocina, que continúa en otro espacio, y en otro, y así sucesivamente

VICTOR HUGO

El escritor francés Victor Hugo (1802-1885), hijo de un general del ejército de Napoleón, sufrió un exilio de veinte años, principalmente en Guernsey, una de las Islas del Canal de Gran Bretaña, debido a sus ideas republicanas, antes de regresar a Francia en 1870, después de la proclamación de la Tercera República. Hugo alquiló un apartamento en París, en un segundo piso, que habitó de 1832 a 1848, en la Place des Vosges (entonces Place Royale), que revela su sorprendente talento para el diseño y la decoración. El espléndido piso estilo Regency, donde escribió el comienzo de Los Miserables, presenta una decoración atrevida: con paredes de damasco de colores profundos finamente estampados, molduras de madera tradicionales, monogramas tallados y muebles extravagantes, muchos de ellos ideados por el propio Hugo. La casa como está hoy refleja su estilo de vida antes, durante y después del exilio. El salón chino muestra la decoración original de la casa de Hugo en Guernsey, incluidos los intrincados paneles de estilo asiático diseñados por Hugo, la porcelana fina que cubre paredes y estantes; y la mesa en la que escribió La leyenda de los siglos, en 1859.

CÉSAR MANRIQUE

El pintor y escultor César Manrique (1919-1992) transformó literalmente Lanzarote, la isla donde nació. Su arquitectura expresionista, que combina piedra volcánica, paredes encaladas y coloridos murales y estatuas, rodea la isla, donde diseñó monumentos, parques, grutas, jardines y museos. La Fundación César Manrique en Tahíche, donde vivió de 1968 a 1988, está situada en medio de un enorme canal de lava. El piso superior se inspira en la arquitectura tradicional de Lanzarote, y colinda con un jardín lleno de estatuas. El nivel inferior, construido alrededor de burbujas volcánicas conectadas por túneles, contiene muebles, murales y estatuas del artista. La casa museo, ubicada en una granja reformada en Haría, con piedras de basalto y pesadas vigas de madera, ofrece acceso a sus artículos personales, incluyendo cerámicas, esculturas y libros, y, en el estudio adyacente, sus óleos, herramientas, caballetes, y pinturas inacabadas.

PABLO NERUDA

El Premio Nobel chileno (1904-1973) fue uno de los poetas latinoamericanos más importantes del siglo XX. Su gran influencia y su estilo de vida inquieto se reflejan en las tres casas museo dedicadas a él: La Sebastiana, La Chascona e Isla Negra, su casa junto al mar, a 97 kilómetros al oeste de Santiago, donde vivió desde 1937 hasta su muerte con largos perio-dos de ausencia. Neruda extendió la propiedad con el arquitecto catalán Germán Rodríguez Arias, insertando una torre de piedra sobre la estructura original y construyendo un ala azul océano. Con sus vistas privilegiadas de la es-carpada costa y el sonido del constante oleaje, la casa es un testimonio de la imaginación de Neruda y del mar “salvaje y azul” que amaba. En el interior, superficies de madera barnizada, espacios estrechos y alguna portilla evocan el interior de un barco. Objetos insólitos (Neruda se llamaba a sí mismo “cosista”) cubren todas las superficies: máscaras, pipas, un mascarón de proa, brújulas, mapas, conchas marinas y dientes de ballena. Incluso hay una gran ancla oxidada en el jardín.

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